Caja Madrid "rompe" su fin social

Caja Madrid “rompe" su fin social al comprar en Miami una mansión por 10 millones de dólares para disfrute de un alto cargo.
Ausbanc 26.05.08
Fotografía elEconomista.es

Esta polémica operación inmobiliaria choca con los objetivos sociales defendidos por la entidad a lo largo de su historia.

A pesar del importante -e injustificado- desembolso llevado a cabo por la caja, la vivienda se ha devaluado, y actualmente su precio ronda los seis millones de dólares.

Miguel Blesa debe dar una explicación a los impositores en la próxima Asamblea General.

Caja Madrid, que siempre ha defendido su fin social, ha adquirido en Miami, por valor de nada menos de 10,5 millones de dólares –6,7 millones de euros– una mansión en el número 890 de Harbor Drive, en Cayo Vizcaíno, para disfrute de uno de sus altos cargos.

Esta polémica operación inmobiliaria se ha llevado a cabo por medio de una sociedad interpuesta –890 Harbor DR LLC–, cuya dirección es la misma que la central de Caja Madrid en Miami, y a nombre de tres de sus empleados –Borja Murube, José Cueto y Pablo Hernández–. Al parecer, y según ha podido saber Ausbanc, la citada casa ha servido de residencia a Borja Murube, hasta hace poco director de la División de Banca Corporativa de Miami/Latinoamérica de Caja Madrid, quien ha dejado de ejercer este cargo y ha regresado a España.

La citada vivienda, situada en un área proclive a la burbuja inmobiliaria, a pesar de haber supuesto un importante -e injustificado- desembolso para la caja, ha quedado devaluada tras la crisis que ha asolado Florida, y su valor actual podría estar en torno a los seis millones de dólares –3,8 millones de euros–, según las estimaciones de los expertos consultados por esta Asociación.

Esta Asociación denuncia públicamente que la especulación inmobiliaria es el tipo de actividad cuyo fin choca con el objetivo de cualquier caja de ahorros, incluida Caja Madrid, cuyo origen se remonta al año 1702, cuando el padre Piquer sentó las bases de lo que sería el Monte de Piedad de Madrid. La propia Caja Madrid, en el dossier publicado con motivo de su tercer centenario –1702-2002–, destaca sobre sus orígenes que: “Los últimos años del siglo XIX sirvieron para consolidar el modelo de caja de ahorros como un negocio con indisoluble fin benéfico, entendido como una financiación a tipo de interés moderado (comparado con la usura practicada en la época) y casi sin necesidad de garantías. Y también como una fórmula para premiar el ahorro, con una alta retribución de los recursos depositados”. Nada más alejado, lamentablemente, de la realidad actual.

Lo cierto es que, con polémicas operaciones como la denunciada por Ausbanc, Caja Madrid está poniendo en riesgo el buen nombre y la competencia de las cajas de ahorros españolas en Miami, además de la confianza de su grupo de impositores, a los que debería dar una explicación en la próxima Asamblea General.

Pero es más, se da la circunstancia de que la entidad que preside Blesa ha firmado recientemente un convenio con la Comunidad de Madrid, a través del cual se compromete a gastar nueve millones de euros en la atención de discapacitados y dependientes. Esta operación, muy aplaudible, colisiona y pone en entredicho la inversión realizada en Miami, que no destaca precisamente por el fin social que debe defender una caja de ahorros.

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