Rambito de Mumbay y la Jungla de Cristal de Swarozky

José BlancoNo estamos en el país europeo con mayor de tasa de paro de la Unión Europea rozando el 15%. No estamos alcanzando los 3 millones de parados. Aquí no hay EREs. No asistimos a la mayor destrucción de empresas de la historia reciente. No hay miles de autónomos dándose de baja en la Seguridad Social por no poder pagar ni la cotización mínima. Los juzgados de lo social no se encuentran colapsados por los despidos. Tampoco los juzgados de lo mercantil están más desbordados que nunca por los concursos de acreedores. No han aumentado las colas en los comedores de beneficencia. No empiezan a verse disputas en los contenedores a los que van a parar los alimentos caducados. No hay inmigrantes retornando a sus países de origen porque han perdido su empleo y no ven ninguna posibilidad de encontrar uno nuevo. No se ha disparado la morosidad de las familias que no pueden hacer frente al pago de sus hipotecas. No se han disparado las ejecuciones de hipotecas y el desahucio a familias. La banca no está falta de liquidez por sus aventuras de alto riesgo. PYMES y autónomos solventes no tienen problemas para acceder a financiación. Tampoco las familias solventes ienen ningún problema para acceder a un préstamo para adquirir una vivienda o un vehículo. Por eso no hay caída de las ventas de viviendas y vehículos. El consumo no se ha resentido. La confianza de los consumidores no ha caído en picado. No hay ningún sector en crisis, ni construcción y auxiliares, ni automoción y auxiliares, ni hostelería, ni nada. En los locales comerciales, oficinas y naves industriales no se ven carteles de venta, alquiler o traspaso. Tampoco hay carteles de venta que llevan años colgados en viviendas. De hecho, ni siquiera sabemos pronunciar la palabra “crisis” y cuando lo intentamos nos sale algo que suena como “ligera desaceleración”.

Y es que no hay crisis, ni tan siquiera una “ligera desaceleración”. Estamos en el país de Pepe Blanco, donde “los españoles vivimos ahora mejor que nunca”. Habrá quien le dé la razón. Al fin y al cabo, los usureros, las casas de empeño y las compañías de cobros a morosos tienen más trabajo que nunca. También es cierto que Pepe Blanco vive mejor que nunca, como la élite de su calaña. Y también es cierto que no hay sindicatos protestando en la calle. Si alguien se manifiesta en las calles son grupos de trabajadores muy desesperados pero poco organizados a los que ya les ha llegado su ERE. Pero los sindicatos de los líderes barrigones no los acompañan. Que ya se ha ocupado el gobierno de llenarles los bolsillos y coserles la boca.

Pepe Blanco, el pequeño Goebbles del PSOE, consiguió aupar a ZP. No quiero faltar al respeto a sus votantes, porque muchos de ellos también están ahora en el paro o con un pie en el paro o con dificultades para pagar el alquiler o la hipoteca y la desgracia ajena no me produce la menor satisfacción. Lo que desprecio son los métodos de propaganda del partido y al que diseñó y sigue engrasando esa maquinaria propagandística.

Lo que ocurrió en las urnas en las elecciones generales, no una sino dos veces, no es tan sorprendente si pensamos que en este país vivimos tan ciegos a la realidad y tan lobotomizados por los medios que la entrevista a un delincuente convicto como Julián Muñoz acaparó la máxima audiencia en televisión que, además, debió ser mucha audiencia porque por ahí dicen que una de las ecuaciones que no falla es que a más frío y más crisis el resultado es más tiempo ante la caja tonta. Y la cadena de Berlusconi ha pasado de ser la cadena del telecirco (Gran Hermano) a la cadena de la telebasura (La Noria) y de ahí a la cadena de la teledelincuencia (Violeta Santander, Roldán y Julián Muñoz). Me temo que muy pronto será pionera en el telecrimen o en el snuff reality.

El mayor mérito profesional y político de José Blanco ha sido su contribución a las victorias de ZP. Gracias a ese gran mérito político, nuestro país está gestionando la peor crisis de las últimas siete décadas con un presidente que mientras se empeña en dar lecciones de economía a Europa y al mundo entero, aunque sea desde una silla prestada, da la espalda a la realidad de las cifras de su país y a la tragedia social que se esconde detrás de esas cifras.

Esta es la gran mentira de la política social del socialismo español. Mientras nos intentas asustar con el fantasma de los posibles recortes sociales que harían los populares, la mala gestión de la crisis está ocasionando recortes sociales elevados a un nivel exponencial. Es el modelo de política socioeconómica del socialismo español que encima ZP se empeña en exportar a Europa, las auténticas armas de destrucción masiva de la economía y el empleo.

Nuestro presidente ha pasado de ser el ZP de la propaganda electoral a un mal zapatero remendón –el chiste no es mío- que no da pie con bola con sus paquetes –remiendos- de medidas que llegan tarde e improvisadas y se demuestran cortas e ineficaces. Y ya van siete.

Menos mal que está el superhéroe del partido, Pepiño el valiente, el hacedor de las cortinas de humo, aunque ya no hay humo que tape una realidad tan obvia. Siempre lo encontrarás al rescate del partido combatiendo la verdad donde quiera que esté.

Me alegro de que los populares no abusen tanto de las distracciones políticas y se centren en lo que de verdad nos importa. Y mira que la tentación es grande, con la reciente noticia de la cúpula de Miquel Barceló. Pero bueno, al lado de la crisis, no es más que otro chiste de Moratinos.

Pepiño es un artista de eso de las cortinas de humo. Nunca le tuve ninguna simpatía a la marquesa consorte, la presidenta que confiesa que no llega a final de mes, pero el último disparate de Pepe Blanco reconozco que roza la escatología verbal, incluso para esa boquita fecal de Pepiño.

Los ciudadanos estamos acostumbrados a la demagogia de los políticos de todos los partidos y de todas las ideologías. Un trabajador o un empresario gana méritos con su trabajo o su eficiencia. Un político gana méritos con su capacidad para hacer demagogia, populismo o ambas cosas a un tiempo.

Pero Pepe Blanco es todo un pionero en política que siempre ha sabido ir un paso por delante –o más abajo en el nivel de inmundicia- de los políticos.

Una cosa es repetir de forma cansina y pedante “España va bien” sin tener la delicadeza de cuidarse de no ofender a quienes no les iba tan bien cuando la economía de España en general sí iba realmente bien y otra cosa es atreverse a declarar precisamente ahora, en plena crisis, con la que está cayendo y lo que aún está por caer, que “los españoles nunca hemos estado mejor”. Eso no es hacer demagogia ni populismo, es sencillamente insultar a la inmensa mayoría de los ciudadanos que estamos sufriendo los rigores de la crisis.

Volviendo a lo de la presidenta de fantasías privatizadoras, sinceramente, lo primero que me vino a la cabeza al oir las acusaciones de José Blanco con lo del “sálvese quien pueda” es imaginarme qué habría hecho él en semejante situación.

Y lo cierto es que yo no acabo de imaginarme a Pepiño en un hotel de la India rescatando a unos y a otros en plan Bruce Willis en Jungla de Cristal, que en su caso sería cristal de Swarozky, que a Pepiño –como a muchos compañeros de partido- le gusta vivir muy bien y está convencido de que la “O” de las siglas de su partido viene de “Opulencia”. Al fin y al cabo, la “S” de “Socialista” también hace tiempo que les sobra.

Todavía uno puede imaginarse de político metido a héroe al gobernador Schwarzenegger o a un tío menos neumático pero con planta atlética como Obama o con el liderazgo y carisma de Sarkozy y, puestos a fantasear, podríamos hasta imaginar de heroína a la Ministra de Defensa en plan Lara Croft, ya que hasta ahora nos viene demostrando ser una mujer valiente, decidida y con la sobriedad necesaria para su responsabilidad, con méritos para ser la mejor valorada de este gobierno.

Pero Pepiño no. No da la talla para héroe ni heroína. No convence. Si acaso de Chapulín Colorado.

Pero su trayectoria profesional y política muestran el perfil perfecto de superviviente a cualquier precio como aquel Zaplana que entró en política a forrarse, como todos los políticos al fin y al cabo, pero con bastante más descaro. Pepiño es de “sálvese quien pueda o hagan lo que quieran, pero siempre después de mí”. Si a este le pilla lo del Hotel de la India, se consigue un carné de Yihadista y si hace falta ajusticia al resto del comité de la Comunidad de Madrid para que su farsa resulte convincente. Seguro que lo haría bien. Al fin y al cabo lo suyo es la propaganda. Valiente héroe que probablemente se enteró de lo de la India viéndolo en su equipo de cine en casa desde su ático de lujo en Arosa con la misma sensibilidad y emoción que quien ve la enésima reposición de Jungla de Cristal.

Desconfío de los partidos, de las ideologías que nos intentan vender sin creérselas ni ellos y desconfío mucho más de sus líderes y de las motivaciones de quien entra en política. Ahora los periodistas y tertulianos María Antonia Iglesias y Enric Sopena dicen desde La Noria –menudo nivel- que los que que hablamos de corrupción política somos antidemócratas, cuando los antidemócratas hay que buscarlos en los políticos que ellos defienden a capa y espada y que hace mucho que abusan, maltratan y violan a la democracia.

Si, según Pepiño, el lema de los populares ante la crisis es “sálvese quien pueda”, vista la realidad, el lema de este gobierno en materia económica es “aquí no se salva ni dios” o, con un mensaje laicista al gusto de este ejecutivo, “aquí no se salva ni Miguel Bosé” –póngase en lugar de Miguel Bosé a Sardá, a Ana Belén o a Concha Velasco-. Pero creo que por muy mal que gestionaran los populares esta crisis, siempre lo harían mejor que el gobierno, y es que el listón y nuestras expectativas y esperanzas están ya demasiado bajas.

Por muy indecente que fuera lo de Rumasa, Filesa, los Gal, etc. y por lamentable que fuera lo de Naseiro, el Prestige o la foto de las Azores, va a ser esta legislatura la que pase a la historia de la democracia como la más oscura y nefasta, con diferencia.

Tardaremos mucho en olvidar, y más nos vale no olvidarlo, que cuando nos enfrentamos a la mayor crisis económica que la mayoría de nosotros hemos conocido y a una tragedia social sin precedentes en la historia de nuestra democracia, el gobierno perdió largos meses y valiosas oportunidades esforzándose en negar la evidencia, y cuando ya no se podía negar más, improvisó malos remiendos, porque estuvo más ocupado en levantar cortinas de humo y, con todo esto, hasta se atrevió a dar lecciones de economía y política social al mundo.

Si la crisis mundial ha servido para advertirnos sobre los peligros del neoliberalismo, en nuestro país el vergonzante comportamiento del gobierno, de la banca y de los sindicatos nos debería servir y sobrar para desenmascarar a cada cual. Y ahora que se han quitado la máscara: qué asco.