Los inmigrantes como mercancía política. Bendita inmigración que hasta puede rescatar nuestra economía

Cola en oficina de extranjería

Zancadillas al inmigrante trabajador y alfombra roja a la delincuencia internacional.

Dicen que con un 1% de los fondos que se van a invertir en el plan de rescate mundial sería suficiente para acabar con el hambre en el mundo. Los ciudadanos asistimos extrañados a los graves y gravísimos acontecimientos que vienen ocurriendo en el mundo, que suelen ser las consecuencias directas de la irresponsabildad de nuestros líderes políticos.

Pero los líderes mundiales han creado guetos de dimensiones continentales en los que condenan a sus poblaciones a un holocausto de miseria y muerte. Y para que ninguno de los condenados se atreva a escapar a la condena de este apartheid continental, nos aplicamos en construir alambradas infranqueables que protejan nuestro civilizado y democrático mundo occidental. Estas alambradas han sustituido al muro de Berlín como el muro de la vergüenza del siglo XXI.

En el mundo desarrollado los pobres no son bien recibidos. Consideramos de muy mala educación que se atrevan a llamar a la puerta de la civilización y el progreso aquellos a quienes nuestros líderes ya han sentenciado y condenado a malvivir y malmorir en sus países de origen tiranizados por unos dictadores colocados y acomodados allí a conveniencia de los líderes occidentales.

A los inmigrantes que vienen a buscarse honradamente la vida les damos con la puerta en las narices. Para los políticos los inmigrantes no son más que mercancía política.

Unos regalan papeles a conveniencia política, sin calibrar en absoluto las consecuencias económicas. Que salga lo que salga, lo importante es el electoralismo. Importa poco si luego el inmigrante se tiene que volver a su tierra al encontrarse con que nuestro país dista mucho de ser una tierra de oportunidades.

Otros pretendían exigir a los inmigrantes que firmaran un contrato aceptando nuestras costumbres. Marianico, te has pasao, que no le puedes exigir a los inmigrantes que se integren en nuestras sanas costumbres de envidiar al prójimo y rajar del vecino ni imponerles una cuota semanal de programas del corazón y de Gran Hermano ni que cambien sus prioridades vitales para anteponer el fútbol a su economía doméstica.

Los recelos hacia los inmigrantes no vienen del rechazo a sus constumbres ni de que pensemos que nos quitan nuestro trabajo –lo más frecuente es que se empleen en puestos que los españoles rechazamos-.

El recelo procede del pánico a la minoría criminal y aquí tenemos un problema grave. Igual que otros países se han convertido en destino de turismo sexual, el nuestro hace tiempo que viene siendo el paraíso para los criminales de todo el mundo. El reclamo viene de nuestras leyes y de nuestra justicia.

A quien viene a trabajar honradamente le ponemos todas las zancadillas y obstáculos posibles. Véanse las colas inhumanas en las oficinas de extranjería. En el edificio que hace estas funciones en Murcia se lee: “¿Burocracia o apartheid?”

Ya hace décadas que jugamos al mismo juego, sólo ha cambiado el número de inmigrantes, un magrebí sin recursos económicos es un “moromierda”, pero un oficial del ejército marroquí es un oficial del ejército y un empresario argelino es un señor empresario, y desde luego un jeque árabe que haya hecho su fortuna tiranizando a su pueblo acaba recibiendo las reverencias de nuestros hosteleros y comerciantes allá donde vaya.

Y si una señorona de las de abrigo de piel se cruza con un inmigrante subsahariano sin recursos, agarra fuerte su bolso, pero si el negro es un ciudadano holandés con visa platino al que ha conocido en un club de golf, pues hará lo imposible para entablar amistad con él por puro esnobismo.

Así que, los españoles tenemos que reconocer que o tenemos un problema de daltonismo sospechosamente selectivo para el color de la piel o que lo que de verdad nos asusta es la relación pobreza-delincuencia. Pero esa relación –cuya existencia sería demagógico negar- existe para los inmigrantes y existe para nuestros compatriotas.

El problema está cuando los inmigrantes que buscan prosperar en una tierra de abundancia se encuentran con que de la noche a la mañana el valle fértil con trabajo y oportunidades para todos se ha transformado en un desierto yermo donde las puertas se cierran para todos, inmigrantes y nacionales.

Esto no es nada bueno, de hecho es el caldo de cultivo de la delincuencia, pero no sólo para los inmigrantes desesperados, también para los nacionales desesperados. Es obvio que no todos los desesperados van a tomar la vía rápida de la delincuencia, ni mucho menos, pero no es menos obvio que la tentación es mucho mayor cuando uno no tiene nada que perder.

Alimentar la cola del paro es alimentar las colas en los comedores de beneficencia, es alimentar la desesperación, es hacer de la depresión una epidemia nacional con consecuencias tan graves como el aumento del alcoholismo, del consumo de drogas y hasta de los suicidios y también es hacer a muchas personas desesperadas que se cuestionen, cuando ven que ya no tienen nada que perder, si no es mejor hacer dinero por el camino rápido porque a la postre entienden que es el único camino que la sociedad que les ha dejado una sociedad que hace mucho que les ha dado la espalda y para la que no cuentan.

Retomo el hilo de las zancadillas y obstáculos burocráticos para el inmigrante que tiene voluntad de cumplir con todas nuestras exigencias. He tenido ocasión de conocer de primera mano el caso de nacionalización de una inmigrante casada con un español desde hace más de diez años y su solicitud de nacionalidad tardó nada menos que 4 años en tramitarse desde que se presentara.

Por cierto, los trámites incluían una entrevista con un funcionario del CNI convocada en la cafetería de El Corte Inglés –sé que es surrealista- con preguntas del tipo de ¿Tienes contacto con alguna mafia? –aún más surrealista-. La forma de proceder de nuestra agencia de falta-de-inteligencia haría reir a Mortadelo y Filemón. Y cuatro años enteritos para tramitar una nacionalidad.

En cambio, un futbolista que vaya a jugar en un club de primera división sólo necesita unas semanas para el mismo trámite y sin haber cumplido siquiera con los requisitos exigidos para hacer la solicitud. Nacionalidad express.

Y tengo entendido que cuando un crack económico del fútbol viene a España, la Agencia Tributaria intenta alcanzar un acuerdo con él por el para que, a cambio de que sus rentas millonarias tributen en España, pueda disfrutar de unas obligaciones tributarias casi a la carta.

Mientras la mayoría de los inmigrantes que vienen a trabajar honradamente se desesperan en la cola de extranjería y con el círculo vicioso de si no tienes contrato no te doy el permiso de residencia y sin el permiso de residencia nadie te puede contratar, los mafiosos, sus sicarios y toda su corte saben como entrar y salir del país como Pedro por su casa. Este país no es un paraíso para la delincuencia, nuestro país es el paraíso de la delincuencia. Para todos los niveles y categorías de delincuencia.

España es un paraíso para las mafias más sanguinarias, para estos ex-militares una condena en una prisión española son unas vacaciones pagadas que no tienen nada que ver con lo que les esperaría en su país de origen o en cualquier país de nuestro entorno más próximo si se les juzgara por los mismos delitos y suponiendo que no pudieran comprar a jueces, policías e instituciones penitenciarias. Y repito, estos entran a nuestro país como quieren.

No culpo a la policía, muy al contrario me solidarizo con la frustración de nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad, culpo a los políticos y culpo a los jueces. Seguimos siendo unos acomplejados. Todavía no nos creemos nuestra democracia. Por eso se imponen penas que parecen chistes, eso sí, de humor negro. Tenemos demasiados complejos, tantos que ni siquiera reconocemos que entre la salvajada de la pena de muerte que tanta excitación produce al gobernador Terminator y el disparate de permitir que el asesino múltiple De Juana tenga oportunidad de tomar las de Irlanda hay un abismo. Pero aquí somos más demócratas y más progresistas que nadie. Ahora sabemos que al energúmeno que pateó a una inmigrante latina en el metro y tuvo sus minutos de gloria en la televisión se ha ido de rositas y el juez o la juez a lo sumo lo ha castigado dos semanas sin videoconsola. Así nos va. Pídele luego al inmigrante que confíe en nuestra justicia y que firme contratos de buen ciudadano.

Nuestro país también es un reclamo para las mafias más sutiles, las que no comenten delitos de sangre. Las mafias que utilizan a menores para hurtos, se conocen la ley al dedillo para reirse de sus víctimas y de la policía a mandíbula batiente. A los soldados y soldadas de esas mafias –matizo para la ministra Aído- no los repatría nadie y ellos lo saben bien. Así que a repartirse por los semáforos, por los metros, por las calles turísticas, según el gremio al que pertenezca la mafia, el gremio de la mendicidad o el gremio del hurto. Y luego los españoles acabamos aborreciendo a todo el colectivo de inmigrantes porque nadie controla a esta minoría de chorizos, del mismo modo que nadie controla a los mafiosos más violentos.

Mención aparte tienen las mafias de la prostitución. Todo el mundo sabe dónde están los locales. Lo sabe el putero que ni siente ni padece con el drama humano que hay detrás de su desahogo, lo saben los vecinos, lo saben los periodistas que hacen los reportajes y lo sabe la policía. Si todo el mundo sabe dónde encontrarles, sólo cabe pensar que no hay interés en acabar con esta forma de esclavitud. Ministra de Igualdad, colega blogger, ya que tienes un ministerio para ti solita y no parece que seas de mucha ayuda para reducir los casos de violencia de género, echa una manita con las mafias de la prostitución porque aquí o falla la ley, o fallan los jueces o falla la policía, pero estamos siendo cómplices de esclavitud y entre los conceptos "libertad" y "esclavitud" hay muchas más diferencias que entre las palabras "miembro" y "miembra".

En fin, que endurezcan las leyes, para inmigrantes y para españoles, que tenemos las penas más laxas de todas las democracias, y eso desmotiva -y quema- a nuestra policía que sabe que demasiado a menudo trabaja de balde. Es necesario actuar con absoluta firmeza con las mafias y delincuentes comunes -insisto, españoles e inmigrantes- y que se quede en España quienquiera que venga con intención de trabajar honestamente y arrimar el hombro para levantar la economía, que aquí se me ocurren muchos españoles que sobran antes que los inmigrantes que vienen a ganarse la vida honradamente.

Los inmigrantes podrían salvar la construcción.

Nuestra crisis es un círculo vicioso: el que circula y vuela es el dinero que nunca vemos y el vicio lo ponen los tiburones de la banca.

Me alegra leer la noticia que sigue, que pone una nota de esperanza al advertir que el actual contingente de inmigrantes podría absorber la sobreoferta de viviendas.

Ahora el propio gobernador del Banco de España nos confirma lo que muchos sospechábamos: podemos salir de la crisis con tan sólo que la banca vuelva a poner el dinero en circulación -y ya no tiene excusas con los hasta 50.000 millones de euros que va a recibir del Tesoro Público-, volviendo a dar pólizas a las empresas para que puedan funcionar y contratar a parados –inmigrantes y españoles- y volviendo a dar hipotecas -con más control- a los inmigrantes y a los españoles para que compren viviendas.

Cuanta esperanza. ¿Por qué no me lo acabo de creer?. Ah, porque no sé a qué está esperando la banca para poner a circular ese dinero y ni siquiera sé si tiene intención de hacerlo.

Para los pocos que dejan algún comentario, un favor, dame tu opinión en la pregunta que me quita el sueño desde que supe del préstamo a la banca:

¿cuándo crees que la banca cumplirá su parte y volverá a conceder –por supuesto, de manera más selectiva- hipotecas, préstamos personales y pólizas?

Los inmigrantes podrían comprar el excedente de vivienda en España
LaVanguardia.es 16.10.08 Efe

Un informe concluye que este colectivo ha aportado casi un 11% del PIB y ha retrasado en 7 años el problema de sostenibilidad de la Seguridad Social .

España deberá afrontar el reto de recolocar a buena parte del colectivo

Los extranjeros que llegaron a España en la última década podrían comprar buena parte del excedente de viviendas que ahora mismo no se vende, con lo que el precio no bajaría sustancialmente, según un informe sobre los efectos económicos de la inmigración.

No obstante, añade que España deberá afrontar el reto de recolocar a buena parte del colectivo, que ha aportado casi un 11 por ciento al Producto Interior Bruto (PIB) y ha retrasado en siete años el problema de sostenibilidad de la Seguridad Social.

Éstas son algunas de las conclusiones que se extraen del primer informe anual sobre los efectos económicos de la inmigración en España elaborado por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) y presentada hoy en el Banco de España.

Según el coordinador del informe, Michele Boldrin, sin la inmigración, España sería un país "mucho más pobre" y tendría mayores dificultades para volver a la senda de crecimiento a la que, según sus cálculos, se podría llegar en poco más de un año.

Por su parte, el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, quien presentó el informe, aseguró que se puede atribuir a la inmigración el 25 por ciento del crecimiento de la renta per cápita de la última década.

Boldrin apuntó además que el potencial de crecimiento económico de España no sería el mismo sin la inmigración y consideró "razonable" la idea de que el colectivo contribuya cada año con 7 décimas al crecimiento del PIB.

La crisis económica de España es "seria", pero el coordinador del informe consideró que un crecimiento del empleo como el de la última época, en la que se crearon más de siete millones de puestos de trabajo "no podía seguir siempre" y recordó que el PIB sigue avanzando.

Lo que hay que hacer ahora, en su opinión, es recolocar a los inmigrantes que han constituido un capital humano, que en el caso de que se marcharan, se desperdiciaría y tendría difícil reemplazo.

Boldrin advirtió de que en la actual crisis habrá quiebras de empresas y un crecimiento económico más débil, al tiempo que destacó la capacidad de la banca española para seguir obteniendo crédito a pesar de la restricción de los mercados.

El informe apunta que los inmigrantes, que en su mayoría tienen entre veinte y cuarenta años, han rejuvenecido la población española y han retrasado en siete años los problemas de sostenibilidad a los que se enfrentará la Seguridad Social si no se reforma adecuadamente.

Boldrin, que se mostró "muy partidario" de un sistema mixto de pensiones, sugirió que habría que trabajar un "poco más", retrasando la jubilación. Asimismo, criticó las prejubilaciones y los incentivos que reciben colectivos como los autónomos, que aportan el máximo posible sólo en los últimos quince años, para recibir la mayor prestación de jubilación.

En este sentido, el gobernador del Banco de España señaló que es erróneo pensar que la inmigración soluciona el problema de las jubilaciones porque, aunque hasta el momento las contribuciones del colectivo han sido mayores que las prestaciones recibidas, esto no será así en dos décadas.

El informe también estudia las consecuencias que ha supuesto la llegada de inmigrantes en el mercado laboral y apunta que no ha tenido un impacto negativo sobre los salarios de los trabajadores españoles, puesto que nativos y extranjeros se han especializado en ocupaciones diferentes.

Así, mientras que los inmigrantes realizan trabajos más manuales, los españoles han pasado a desempeñar tareas administrativas o de servicios.

En cuanto a los aspectos sociales, el estudio explica que, aunque la tasa de criminalidad es más elevada en el caso de los inmigrantes, esto se debe básicamente a que la mayoría de ellos pertenece al colectivo con mayor propensión a los delitos, los varones de entre veinte y cincuenta años.