Vomitivo a cuenta de nuestra justicia

Fernando García, padre de Miriam

Rescato este post que escribí el pasado noviembre porque por desgracia vuelve a tratar sobre la actualidad ahora que se va a celebrar el aberrante juicio contra Fernando García, padre de Miriam. Y es que lo de nuestra justicia es de esperpento nacional. Lenta, negligente, caprichosa, arbitraria y selectiva.

No sé si alguien más se ha preguntado por qué si hay asociaciones de afectados por las negligencias médicas, no las hay contra las negligencias judiciales, que también te puden arruinar la vida. La inexistencia de asociaciones de perjudicados contra las negligencias judiciales es una cuestión puramente práctica, de cajón, es la prueba de que todos tenemos claro que ninguna reclamación iba a prosperar frente al corporativismo y amiguismo de los jueces, porque sabemos que quienes juzgan a jueces son otros jueces. Ya está bien de jueces intocables. No puede haber intocables en democracia.

Aprovecho para manifestar todo mi apoyo para Emilio Gutiérrez, el hijo de político socialista al que le han destrozado repetidas veces la casa y que armado de maza fue a causar destrozos en los bunkers donde los radicales brindan por las víctimas.

En frío no soy partidario del ojo por ojo, pero Dios me libre de juzgar a Emilio, muy por el contrario, toda mi comprensión para ciudadanos como él por estos ataques de desesperación.

Todo esto no hace más que poner en evidencia la frustración del ciudadano ante la injusticia de nuestro sistema, la ineficacia de nuestros legisladores y jueces y la desprotección de los ciudadanos inocentes ante leyes y sentencias judiciales propias del peor humor negro.

Ahí va el post, con todo mi apoyo para Fernando García, padre de Miriam, por su derecho a cuestionar la justicia cuando de lo que se trata es del brutal asesinato de su hija, para los padres de Marta del Castillo en su petición de referendum sobre la cadena perpetua revisable y a Emilio Gutiérrez porque a partir de ahora le tocará cambiar de residencia e ir con protección. Esta es la libertad en Euskadi. Este es el fruto de D3M, Fascismo Tres Millones, Estalinismo Tres Millones.

Ahí va el post:

Al juez Tirado sus colegas lo sancionan con 1.500 euros de multa por su "pequeño despiste" que costó la vida a la pequeña Mari Luz.

Parece que sus colegas sevillanos más severos pedían unos azotes mientras los más solidarios con el compañero togado insistían en que era suficiente con castigarlo sin postre y hasta alguno pidió su condecoración porque el asesino que Tirado dejó suelto “sólo” mató a una niña y no a más.

Para Fernando García, el padre coraje de Miriam, una de las tres niñas asesinadas en Alcásser, el fiscal pide a 16 años de cárcel por cuestionar públicamente hace nada menos que 11 años la investigación de la muerte de su hija y, además, a pagar junto con su abogado por sus “calumnias e injurias” 113.400 euros de multa y una indemnización al ex fiscal jefe con 601.012 euros y a cada médico forense con 120.202 euros.

Vamos, que aún tiene que dar gracias de que en España no exista la pena capital, que si no podría estar seguro de que el fiscal no habría dudado en pedir garrote vil.

Miguel Ricart, el único condenado en el caso Alcásser, con la aplicación de la doctrina Parot, estará en la calle en 2011 después de cumplir sólo 14 años de condena, dos años menos que lo que el fiscal pide para el padre de su víctima por atreverse a cuestionar a investigadores y jueces intocables.

46.000 euros es la indemnización que tienen que pagar a la madre y a la hija de su víctima los gamberrillos que quemaron viva a una indigente en un cajero automático de Barcelona.

Comprarando multas, parece ser que para nuestra caprichosa justicia resulta que, por ejemplo, el daño que pudo hacer en su desesperación el padre de Miriam a la honorabilidad –casi me da arcadas escribir esta palabra en semejante contexto- de un ex fiscal jefe vale 13 veces lo que la vida de una indigente y, comparando con la multa al juez Tirado, 400 veces más que la vida de una niña.

Vale, reconozco que estas comparaciones son pelín tendenciosas, pero por tendenciosas que sean lo cierto es que ilustran con mucha fidelidad la realidad general de nuestra justicia, justicia con minúsculas como la honorabilidad de quienes la administran en estos esperpénticos casos.

Y mientras sus todopoderosas señorías juegan al más hermético corporativismo para salvar el trasero a un colega negligente o para hacer valer la honorabilidad de otro intocable y mientras otros jueces utilizan el dinero público para pagarse su carrera al estrellato, unos pocos jueces excepcionales con vocación y talento se juegan la vida en su trabajo. Y estoy seguro de que a estos jueces valientes les tiene que, como mínimo, remover las entrañas, cada vez que se enteran de cómo sus colegas más acomodados y pervertidos en su posición de poder desprestigian a la institución de la balanza equilibrada y la venda en los ojos.

Si la actuación de los jueces la tuviera que juzgar un jurado popular, y eso sí que me suena de verdad a justicia con mayúsculas, me temo que a algunos jueces les harían cambiar la toga por la soga. Vale, me he pasado, pero la rima estaba a huevo. Que no haya más violencia.

Y mientras los jueces y funcionarios de justicia con verdadero sentido de la responsabilidad exigen con toda la razón más medios al ministro Bermejo, al juez estrella de la Audiencia Nacional ya se le antoja prioritario, en plena tragedia económica y colapso récord de los juzgados, para proteger a los ciudadanos –porque a nadie le debe caber duda de que lo que le preocupa es proteger a los ciudadanos :o) - juzgar a los Reyes Católicos por financiar a Colón y permitir el genocidio de los nativos americanos. Ya sabemos que todas las estrellas tienen sus excentricidades. Los jueces no iban a ser menos. Vete preparando para verlo participar en “Mira quien baila”.

Pero, aunque nos cueste creerlo, hay una élite de poder que está por encima de los jueces, pregúntale a Gómez de Liaño.

Este post ha demostrado su eficacia como potente vomitivo. Consérvese en lugar fresco y bien ventilado porque su contenido apesta. Y ese es el hedor de nuestra justicia, que de seguir así la figura de Iustitia va a pedir que le cambien la venda de los ojos por una pinza para la nariz.

▲ Foto (Diario Montañés): Fernando García, padre de Miriam